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Xi Jinping no se olvida de Taiwán

Jinping consolida su poder al frente del gigante chino en el Congreso del Partido Comunista, donde afirmó no renunciar a la fuerza con el fin de anexionar Taiwán al territorio chino.

El pasado domingo 16 de octubre tuvo lugar el el XX Congreso del Partido Comunista, en el que el Presidente chino deleitó a los presentes con su discurso de casi dos horas. Durante el mismo, repasó los temas más importantes del momento para China: la economía de la pandemia, el desarrollo tecnológico del país y los asuntos geopolíticos en los que está involucrado.


De esta manera, Xi Jinping, quien llegó al poder en el año 2013, asegura su puesto como Secretario General del Partido y, por tanto, como máximo mandatario de la República Popular de China. Este es un acontecimiento histórico, ya que será el mandato más extenso desde el de Mao Zedong (fundador de la República Popular China).


Este hecho no es una casualidad y es que, Jinping ha ido transformando el régimen partidista de China en uno más personalista. Para ello, el dirigente chino ha llevado a cabo un proceso de centralización del poder que se consumó en 2018, año en el que suprimió de la Constitución las limitaciones a los mandatos presidenciales.


Xi Jinping presidiendo el Congreso del Partido Comunista. Fuente: Felix Wong SCMP Via Zuma Press

A pesar de que todos los pasajes del discurso brindado por el Presidente fueron recibidos con aplausos, la mención a la "reunificación china" encendió a los 2300 delegados procedentes de todo el territorio chino. Jinping habló claro sobre Taiwán, asegurando que perseguirá con “el máximo esfuerzo” la “reunificación pacífica” con la isla, pero Pekín nunca se avendrá “a renunciar al uso de la fuerza armada y tomaremos todas las medidas necesarias para detener todos los movimientos separatistas".


Por otro lado, el mandatario afirmó que "La resolución del problema de Taiwán es un asunto del propio pueblo chino, y por ellos debe ser decidido". Esta declaración se traduce como el sentimiento de pertenencia de China sobre Taiwan y a su vez, el no reconocimiento de su soberanía democrática, reconocida con una puntuación de 94 sobre 100 por el Think Tank Freedom House.


Jinping aprovechó la ocasión de referirse a Estados Unidos indirectamente, al clamar que Pekín podría adoptar “todas las medidas necesarias”; lo que incluye un posible uso de la fuerza “contra la intromisión de fuerzas externas” y lo que ha denominado “severas provocaciones” en los asuntos de Taiwán.


Esto nos plantea diversas preguntas. ¿De dónde nace el conflicto entre Taiwán y China? ¿Por qué tiene una importancia mundial? ¿Puede llegar a ser otro caso Ucrania?


Respecto a la primera pregunta, nos debemos remontar a la Guerra Civil China (1927-1961). Este conflicto supuso una de las mayores tragedias del continente asiático que se saldó con 13 millones de muertos, además de ser de las más largas de la historia, vista interrumpida nada más que por la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), dentro del marco de la Segunda Guerra Mundial.


En el año 1911 estalla la Revolución China que terminó por derrocar a la dinastía Qing y proclamó la República China, sustentado por el Partido Nacionalista del Kuomintang. Aunque los señores de la guerra eran los que controlaban el país se fueron disolviendo a medida que el Kuomintang ganaba poder. Durante ese proceso nace el Partido Comunista Chino, a imitación del Partido Soviético, liderados por Mao Tse-Tung, y que se consiguió integrar en el gobiernos Chino.


Sin embargo, en 1925 el "Generalísimo" Chiang Kai-Shek llega al poder, estableciendo un régimen autoritario exitoso en el que venció a todos los señores de la guerra y consiguió unificar la República de China. Fue un éxito, menos para los comunistas, contra los que se llevó a cabo una persecución, culminada en la Matanza de Shangai en 1927 en la que los soldados del Kuomintang mataron a miles de comunistas en un manifestación. Esto desencadenó la Guerra Civil: la Revolución de la cosecha de otoño.


El lado vencedor fue el bando comunista, que en 1950 obligó a Kai-Shek a retirarse a una pequeña isla a 160 kilómetros de la costa china, que hoy recibe el nombre de Taiwán. Allí estableció el Kuomintang y la República Nacional China. Todo hacía pensar que Mao iba a invadir la isla, pero entonces apareció el actor que responde a la segunda pregunta: Estados Unidos. El país liderado por Truman en aquel entonces decidió proteger a Taiwán, impidiendo así la invasión de esta.


Entonces, ¿por qué Taiwán es un conflicto mundial? Porque Estados Unidos es el principal defensor de la isla, y como miembro líder de la OTAN arrastra al resto de países miembros. Sus razones son muy simples: proteger y aprovecharse del capitalismo de la isla, y mermar a su mayor enemigo en la hegemonía mundial, China.


El lado chino liderado por Jinping y el lado taiwanés, por Ing-wen, apoyada por Biden. Fuente: Índice Noticias

Finalmente, ¿puede Taiwán llegar a ser un caso Ucrania? La respuesta a esta pregunta es incierta, ya que teniendo el precedente ucraniano, es difícil pensar que los tambores de guerra no vuelvan a resonar.


En primer lugar, Taiwán es una democracia soberana solo reconocida por 15 países en todo el mundo por miedo a las consecuencias que China puede llevar a cabo. Esto quiere decir que los países del mundo no se posicionan tanto como en el caso de Ucrania, por miedo a lo que China pueda hacer.


En segundo lugar, por lo analizado de la Guerra Civil, podemos ver por qué Taiwán es el principal objetivo de Jinping. Se trata de una cuestión de orgullo en el que el mandatario chino no puede dar el brazo a torcer. Para el pueblo chino, Taiwán pertenece a China y debe subordinarse a los intereses del Partido Comunista Chino.


No obstante, y en tercer lugar, China es un país muy sensato y no va a meterse en una guerra que le suponga perder la carrera por liderar el nuevo orden mundial. Como hemos podido ver en la guerra de Ucrania, ha mantenido una posición semi-neutral, en la que aun apoyando más a Rusia que a Estados Unidos, no se ha llegado a meter en el barro.


En conclusión, por todos las razones expuestas a lo largo del artículo, China no va a enzarzarse en una guerra que le pueda suponer ceder en su abrumador ascenso. Sin embargo, lo que sí va a hacer es mantener una posición de poder con la que advierte al mundo de que Taiwán es un asunto chino y el que se entrometa, pagará las consecuencias.








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