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Priscilla, o cómo desmitificar a Elvis Presley

El estreno de la nueva película de Sofia Coppola ha abierto una brecha sobre quien era realmente el rey del rock. Se podrá ver en las salas españolas el 14 de febrero

Comparativa de la boda de Elvis y Priscilla entre la película Priscilla (2023) y la vida real. Fuente: PHILIPPE LE SOURD/A24; PICTURELUX/THE HOLLYWOOD ARCHIVE/ALAMY STOCK PHOTO

Rey del rock, leyenda, icono musical, ídolo de masas... Elvis Presley podría describirse de muchas maneras, pero ninguna hace referencia al Elvis como marido, como padre y como persona.


El Elvis que hemos visto en el cine es el más mediático. El personaje que movía masas, el que lo daba todo en sus conciertos. Un buen ejemplo de ello es la película de Baz Luhrmann estrenada en 2022. El director australiano se centró en la estrella y para conseguir captar el aura glorificador que se postraba en Elvis Presley, se encargó de rodearlo de excentricidades y focos, aunque eso supusiese una visión artificial y poco profunda del ícono americano.


Un año después del estreno del biopic de Luhrmann, Sofia Coppola ha puesto en valor la otra faceta de Elvis, si bien la protagonista de su película no deja de ser Priscilla, el gran y único amor de Elvis. En Priscilla (2023), no hay una gran puesta de escena ni tampoco momentos que éxtasis. De hecho, la intención es acercarse a las vivencias reales de Priscilla y Elvis. La música pasa a un segundo plano y personajes como el Coronel Parker, el mánager de Elvis, apenas cuenta con un par de menciones.


La nueva cinta de la cineasta americana es una adaptación de la novela Elvis and Me, escrita por la propia Priscilla Presley por lo que la validez del testimonio es innegable. No hay periodista ni testigo en el mundo que pueda hablar con tanto detalle, certeza y veracidad de la gran historia de Elvis Presley. Nunca tendremos la visión del propio Elvis así que no nos queda más que agarrarnos a los hechos que narra la que fue su mujer.


Jacob Elordi interpretando a Elvis Presley y Cailee Spaeny interpretando a Priscilla Presley en Priscilla (2023). Fuente: A24


Muy pocos conocen con exactitud cómo comenzó la relación entre Priscilla y Elvis. En aquel entonces él tenía 24 años, y ella solo tenía 14. A día de hoy sería impensable aceptar que un adulto pudiese mantener una relación sentimental con una adolescente que acaba de salir de la niñez. Sin embargo, en aquel momento Elvis era un estrella adorada y Priscilla estaba viviendo el sueño de toda joven fan. Aquel fue el primer indicativo de la que sería una relación tóxica de idas y venidas.


Uno de los episodios que narra Priscilla y que no pasó desapercibido para Coppola fue el affaire de Elvis con la actriz Ann-Margaret. De todas las infidelidades que se le atribuyeron a la estrella de rock durante sus 14 años de relación con Priscilla, fue la sueco-estadounidense la que más marcó a la joven Priscilla. Ésta dedicó varias páginas de su autobiografía a hablar de la polémica aventura que llenó portadas durante días.


Todo comenzó en 1963 cuando Elvis y Ann-Margaret habían coprotagonizado la película Viva Las Vegas. Los rumores perturbaron la conciencia de Priscilla, quien decidió acompañar a su pareja a Los Ángeles cuando se disponía a rodar su siguiente película. La actriz sabía de la presencia de Priscilla en la costa oeste de Estados Unidos. Ann-Margaret decidió desafiar a la muchacha anunciando a una prensa que ella y Elvis estaban comprometidos. El propio Elvis y su mano derecha, el coronel Tom Parker, le pidieron a Priscilla que se volviera de vuelta a Memphis, donde Elvis y Priscilla llevaban viviendo unos meses. Pero lejos de calmarse, Priscilla lanzo un jarrón a la pared y gritó que Ann-Margaret debería marchase a Suecia, donde su trasero pertenecía. Pero el enfado no duró casi nada, pues Priscilla se volvió a Graceland con tal de contentar a su Elvis, quien acabó confesando el romance, aunque le aseguró a Priscilla que todo ya había terminado.


Pero no todos los problemas que asolaban la vida personal de Elvis estaban asociados a las infidelidades. El Elvis que lo daba todo en los escenarios, lo hacía pagando un precio muy alto. Todos los fans que asistían a sus conciertos se llevaban a casa una experiencia inolvidable, pero el rey del rock nunca sentía esa plenitud ni esa felicidad. La fama llevó a Elvis a la dependencia de fármacos, fármacos que luego migraban a drogas y fueron las drogas las que lo llevaron a la tumba. Pero el abuso de sustancias no fue solo un momento puntual, sino que formó parte de la vida de Elvis durante años.


Priscilla (Cailee Spaeny) revisando una revista que habla sobre el romance entre Elvis y Ann-Margaret. Fuente: A24


En el momento en el que Priscilla llegó a Graceland por primera vez en 1962, Elvis ya tomaba fármacos y otros medicamentos para el sueño. Con el tiempo las dosis aumentaban, lo que empezó a influir en su comportamiento. A menudo sufría irritabilidad. Según Priscilla, Elvis tenía, además, una naturaleza explosiva y a menudo celosa.


A través de algunas de estas experiencias narradas tanto en la novela como en la película, Sofia Coppola consigue una caracterización realista de la figura de Elvis. En Priscilla (2023) todo lo que el espectador ve, detalles incluidos, lo hace a través de los ojos de Priscilla Presley. El público no reconoce a Elvis, porque no es el que nosotros conocemos sino el que Priscilla conocía. No vemos a una estrella de la música ni al rey del rock, vemos a un ser humano de carne y hueso.


Aquí Elvis es retratado como un hombre manipulador que jugaba con el amor que Priscilla sentía por él para crear a una mujer a su imagen y semejanza, una muñeca a la que vestir y maquillar a su gusto. La directora americana lucha contra la desmemoria que crea el paso del tiempo y se arriesga a combatir contra la idealización de una relación convulsa que sería motivo de escándalo.


Sin duda, será una película que traerá polémica y por ello es recomendable verla nosotros mismos para poder opinar con seguridad.






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