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¿Nos gustan los protagonistas atípicos?

Son cada vez más series las que hablan sobre personajes curiosos que desafían los estándares

A la hora de producir y consumir películas, interactuamos con otros modelos de realidad que igual no son los nuestros: otro país, cultura, clase social, edad… Hasta hace unos años, estaba estandarizado que los protagonistas, cuyas historias seguimos; fuesen atractivos, populares y socialmente aceptados. Sus problemas no debían reñir con su estatus. Esto se ve por ejemplo en Grease (1978) o High School Musical (2006), que siendo tan distintas, hablan de jóvenes enamoradizos y de sus aficiones socialmente aceptadas porque, siendo sinceros, no hubiese sido lo mismo si en lugar de cantar o jugar al baloncesto, a Troy Bolton le hubiese dado por la taxidermia.


Sin embargo, las corrientes cambian y los puntos de interés tanto de productores como de espectadores está virando a otro tipo de personajes. Los que antes habían servido como la diana de burlas, el amigo gracioso o aquel que no conseguimos entender muy bien, dio un paso adelante y ahora recibe toda nuestra atención. Aunque esto no se ha logrado de la noche a la mañana.


Freaks (1932) de Tod Browning fue la primera película en dar relevancia a un tipo de personaje que no estaba presente en el cine hasta entonces; aunque mantenía la mirada normativa, ya que la película está contada desde los ojos de Cleopatra, la cual los ve como simples monstruos. Mostrar actores con acondroplasia, microcefalia o hipertricosis no tenía como fin normalizar sus realidades sino exhibirlas para ser el centro de las burlas o el espanto. Después de ese pequeño flash cinematográfico que mostraba personas con situaciones diferentes, siguieron viendo películas con los actores más atractivos del momento como Vivien Leigh.


Elenco de Freaks (Browning. T, 1932) Fuente: Telegrama

A finales de siglo empezamos a ver personajes peculiares con relevancia narrativa como Phoebe Buffay en Friends (1994) y su peculiar estilo o la infantilidad de Carlton Banks en El príncipe de Bel Air (1990) Después, en 2007 aparece Luna Lovegood por primera vez en la gran pantalla de la mano de la saga Hary Potter. Estos tres personajes muestran un cambio de gusto en la audiencia cuando son recibidos con cariño y la gente se empieza a identificar con ellos. Es así como llegamos al momento actual, donde ya tenemos series de cierto éxito con protagonistas atípicos.


The Big Bang Theory (2007) demuestra que los personajes pueden ir más allá de las etiquetas, del concepto “ser raro” y arrasar. La sitcom tiene 12 temporadas y sigue los pasos de unos expertos en diferentes campos de la ciencia aunque no tan experimentados en eso de relacionarse socialmente. También esta The good Doctor (2017), donde un médico autista se enfrenta a las barreras que la propia sociedad le pone.


Shaun, cirujano autista protagonista de The Good Doctor Fuente: AXN


La también recientemente estrenada Miércoles (2022), Rue en Euphoria (2019) y Las ventajas de ser un marginado (2012) son otros ejemplos de como la cultura de los últimos diez años incluyen a estos protagonistas dentro de su imaginario colectivo; e incluso los llega a normalizar tan íntegramente que podemos pasarlos por alto.


Más allá de que lo diferente pueda estar de moda o no, lo que podemos ver con estas series y muchas otras es que a la hora de crear contenido, se busca ser más humano, tocando temas que con otros personajes en primer plano no podemos tan fácilmente como es el caso de la salud mental, los estándares sociales (que suelen serles perjudiciales), el bullying… Si nos adherimos a la idea de que nos dejamos influenciar por lo que consumimos audiovisualmente, antes todos buscamos tener una vida “de color de rosa” y ahora buscamos humanidad: aceptar los defectos como parte de nosotros y nuestra individualidad por encima de lo estipulado.


Claramente hay excepciones. Igual sentirse identificado con Joe Goldberg de la serie You (2018) no es tan buena señal como parece. Pero si en estos momentos hay jóvenes viendo cómo ser diferentes no les hace ser un personaje secundario ni merecedores de lo que estos a menudo viven en las series simplemente por ser como son, el cambio merecerá la pena y debe continuar mostrándonos otras formas de ver nuestra propia realidad. Definitivamente nos encantan los personajes extraños, entrañables e imperfectos que aun así siguen siendo como son y dejándonos ver que lo suyo (y lo nuestro) también es una vida de película.


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