Las discográficas están viviendo un momento convulso en su relación con los artistas, que cada día optan más por zafarse de ellas y ser independientes
por Belén Guillamón y Juan Fernández-Montes
No son poco frecuentes las cancelaciones de conciertos, especialmente por parte de artistas independientes. El último caso en España ha ocurrido con Sampa the Great, nombre artístico de Sampa Tembo, rapera, cantante y compositora zambiana. Sus conciertos, que habrían tenido lugar en Madrid y Barcelona los pasados días 19 y 20 de octubre respectivamente, han sido suspendidos. Al hilo del anuncio, Sampa ha añadido en un comunicado oficial que “el cansancio de estar de gira es un problema real, especialmente para artistas independientes”. Ahora bien, teniendo en cuenta las adversidades a las que se enfrentan, no parece lógico mantenerse al margen de una discográfica.
Para entender el porqué de esta decisión, es necesario comprender el funcionamiento del sector musical. Los ingresos en la industria vienen de dos lugares principalmente: los derechos de autor y los derechos del master. El primero corresponde a la propiedad de la letra y la instrumental propiamente dichas, cuyos beneficios corresponden de manera íntegra al artista, mientras que el segundo se refiere a la propiedad de la grabación musical. Esto último incluye todos los gastos tanto del estudio, como músicos, producción, etc. De esta parte, solo un reducido porcentaje pertenece al artista, mientras que el grueso de los beneficios corresponde a la discográfica, que además se encarga de la distribución y promoción del producto. Esta cláusula resulta polémica ya que en ocasiones conlleva dejar al artista sin voz ni voto sobre el destino de su obra. Al fin y al cabo, las firmas operan como cualquier otra empresa: necesitan garantizar unos ingresos estables para poder seguir funcionando. Esta visión supone un choque de intereses, ya que las empresas apuestan por el contenido más comercial mientras que el artista busca explorar su proceso creativo.
Los avances digitales en la actualidad permiten a cualquiera crear música desde casa sin necesidad de hacer una gran inversión. Los artistas ya no requieren de complejos estudios ni de músicos experimentados cuando pueden producir todo tipo de proyectos con un coste mínimo. Además, las plataformas de streaming se han coronado como el medio principal para escuchar música, haciendo que la compra de CDs disminuya considerablemente. Todo ello deja gran parte de la oferta discográfica obsoleta. Esto, unido a las recientes polémicas que han tenido muchos cantantes con sus distribuidoras, provoca cierto escepticismo contra los gigantes musicales. En este contexto de cambio, y como es común en la historia, las empresas se ven obligadas a adaptarse o quebrar. Aunque siguen contando con la baza financiera, es cuestión de tiempo que los artistas vayan adquiriendo mayor control, como ha sido el caso de Taylor Swift recientemente.
Los artistas entonces deben sopesar qué les resulta más beneficioso, formar parte de una discográfica o trabajar por libre aunque suponga tener menos recursos. No obstante, el cambio no es radical, también existen posturas intermedias de artistas que ceden ciertos derechos a las compañías, sin perder la autonomía de sus obras. La recientemente galardonada con el premio Mercury 2022, Little Simz, es un ejemplo de ello. Es considerada una de las mejores artistas independientes del momento, a pesar de su contrato con AWAL Recordings. Al igual que Sampa the Great, también se vio obligada a anular su gira por Europa a causa del sacrificio económico que suponía. Además, aunque pueda parecer que los artistas independientes tienen menor alcance que el resto, hay casos que demuestran lo contrario, como Judeline, una de las voces más sonadas de la escena urbana en español que cuenta con un recorrido envidiable para haber empezado su carrera hace menos de un año, y Chance the Rapper, ganador de tres premios Grammy. Con todo, las discográficas no tienen más opción que adaptarse a los nuevos métodos de trabajo si pretenden seguir existiendo.
