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El 11-S: preludio del yihadismo actual

Desde aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, se han llevado a cabo numerosos ataques terroristas de índole yihadista por todo el mundo

El entonces presidente de EEUU, George W. Bush, hablando a los ciudadanos en la zona cero de los atentados. Fuente: Europa Press

Este lunes, 11 de septiembre, se ha cumplido el vigésimo segundo aniversario de los atentados simultáneos sufridos por el país norteamericano, el ataque terrorista más mortífero de la historia —murieron 2973 personas y resultaron heridas 25000—. Fue una operación yihadista elaborada a la perfección por terroristas entrenados en la que secuestraron 2 aviones de United Airlines y 2 de American Airlines, siendo estos estrellados contra el World Trade Center, el Pentágono y un campo de Shanksville, Pensilvania. Este último vuelo secuestrado no pudo culminar su objetivo, ya que la Comisión del 11-S determinó como posibles objetivos del United Airlines 93 el Capitolio o la Casa Blanca. En aquel momento, Estados Unidos era una potencia mundial y Al-Qaeda decidió atacar al poder económico, militar y político del país más poderoso del mundo.


Aunque años antes del 11-S ya se habían producido otros ataques terroristas atribuidos a diferentes organizaciones yihadistas, la mayoría de ellos tuvieron como objetivo hacer el máximo daño posible a estamentos diplomáticos y militares. Fueron los casos del atentado contra la embajada de Estados Unidos en el Líbano en 1983 o el atentado contra el bar “El Descanso” en Torrejón de Ardoz, donde murieron 63 y 18 personas, respectivamente. La principal diferencia radica en que el atentado perpetrado aquel 11 de septiembre de 2001 fue el primero que se cobró la vida de varios millares de civiles inocentes, y supuso el comienzo de una etapa de inseguridad para la ciudadanía ante los posibles ataques yihadistas alrededor del mundo.


El 11-S fue un atentado que hizo mucho daño en Estados Unidos, a todos los niveles. Primero de todo, por el enorme número de vidas civiles arrebatadas y el dolor posterior con el que tenían que cargar sus familias. Y otra de las razones fue que los servicios de inteligencia y cuerpos de seguridad norteamericanos no supieron prever lo que podía suceder. Muchos de estos yihadistas, ya radicalizados desde años antes, llegaron a Estados Unidos meses antes de estrellar los aviones, y debido a la ineficiencia de los servicios de seguridad pudieron planear todo a la perfección. Este atentado también afectó a la reputación de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial.


Estados Unidos, que tiende a injerir en otras naciones de muchas formas, dio varios golpes sobre la mesa sin tener en cuenta las consecuencias que dichos movimientos podían acarrear. El primer paso fue el lanzamiento de una ofensiva en Afganistán con el objetivo primordial de capturar a Osama bin Laden, desmantelar Al-Qaeda e impedir que establecieran en el país afgano su base de operaciones. No fue hasta el 1 de mayo de 2011 cuando, en una operación secreta comandada por SEAL Team Six, se consiguió dar con el paradero del terrorista más buscado del mundo y neutralizarlo letalmente.


Barack Obama, Joe Biden y Hillary Clinton, junto con más personal, presenciando en directo la operación que acabó con la vida de Osama bin Laden. Fuente: Wikipedia

Años antes, concretamente el 20 de marzo de 2003, Estados Unidos, en su lucha contra el terrorismo, lanzó otra ofensiva militar, esta vez invadiendo Irak. Los motivos que los americanos expusieron para justificar esta acción fueron las sospechas de que Irak guardaba armas de destrucción masiva y las sospechas de una supuesta relación entre Sadam Huseín —dictador y presidente iraquí— y Al-Qaeda. Finalmente, no se encontraron las presuntas armas ni se confirmó dicha relación. Sin embargo, la guerra de Irak tuvo unas consecuencias implícitas. El apoyo a Estados Unidos de países como Reino Unido, España o Portugal significó autoimponerse una diana en la espalda. Es evidente que los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y los ocurridos el 7 de julio de 2005 en Londres —donde murieron 193 y 52 personas, respectivamente— tuvieron como motivación el apoyo de estas naciones a los estadounidenses.


Que Estados Unidos tuviese como objetivo a bin Laden y Al-Qaeda era legítimo e incluso necesario. Pero, probablemente, se equivocaron en las maneras, y emplearon demasiada fuerza bruta; no obstante, Osama bin Laden debía pagar por la masacre que había organizado.


El objetivo del yihadismo, teóricamente, es “volver a los orígenes del Islam” e instaurar la grandeza que tenía el Islam en siglos anteriores. Sin embargo, hay varias formas de interpretar la yihad. A pesar de que la definición comúnmente conocida es el combate en nombre de Alá contra los infieles y los tránsfugas religiosos, en general, la palabra yihad proviene del árabe yahd y significa “esfuerzo”. Las dos interpretaciones son las siguientes: Yihad mayor, significa el esfuerzo espiritual que los musulmanes deben trabajar para ser un mejor creyente, persona, madre, padre o hermano; mientras que, la Yihad menor es el dogma que ha sido frecuentemente utilizado por los yihadistas radicalizados, ya que su significado es el de lucha o guerra contra los enemigos de la fe cuando atacan tierras del Islam.


Combatientes por la Yihad. Fuente: Enlace Judío

Hace 22 años, 19 terroristas secuestraron 4 aviones y destruyeron las vidas de cerca de 3000 personas y sus familias. Hace 22 años que el rumbo de la sociedad en materias de seguridad cambió por completo. Hace 22 años que comenzó una etapa con pequeños puntos negros marcados por el terrorismo yihadista. El terrorismo, ya sea yihadista o no, es imposible de erradicar, porque cuando acabas con el líder de un grupo aparece otro. Pero debemos seguir confiando en nuestros cuerpos de seguridad y, sobre todo, debemos prevenir la radicalización de aquellos jóvenes que están aún en la fase de madurez personal.

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